El arte de destacar

Hace bastante que me di cuenta de que en cualquier lugar del mundo hay fotógrafos excelentes. Personas que desarrollan su actividad de forma brillante y saben perfectamente realizar un reportaje, un retrato o una fotografía de producto. Cuando aceptas que siempre habrá gente competitiva es cuando realmente comienzas a valorar trabajar buscando la excelencia a través de los pequeños detalles.

Recientemente he adquirido un fotómetro de la marca Sekonic, más específicamente el modelo L-478D Litemaster Pro. Se que puedo hacer fotografía de estudio y de exterior usando luz artificial sin utilizar un dispositivo de este tipo, soy completamente consciente de que puedo utilizar el sistema de prueba y error fiándome del pequeño monitor de mi cámara o del Benq SW271C que utilizo en el estudio para ver como está quedando la fotografía. La cuestión es que no quiero hacerlo así y estas son las razones que me han llevado a cambiar el chip en este aspecto.

Velocidad en el flujo de trabajo

Al contrario de lo que mucha gente podría pensar, utilizar un fotómetro de mano te agiliza muchísimo el proceso de medición de las luces del estudio. Saber con exactitud que estás registrando la imagen de la forma adecuada sin necesidad de intuir que lo estás haciendo bien en base al JPG que se proyecta en la pantalla de tu cámara es la clave para ahorrarte tiempo en postproducción.

Cuando dominas la fotografía de retrato en estudio y tienes claro el esquema de luz que quieres montar todo ocurre más rápido aun porque puedes medir tu luz principal en f/4 por ejemplo y decidir que la luz de relleno irá con 1 paso de diafragma menos, por tanto medirá f/2.8 el fotómetro y la luz de pelo con 1 paso de diafragma más, por lo tanto te dará f5.6. El fotómetro te asegura que el ratio es perfecto y esto nos da la seguridad de que siempre podrás hacer la misma fotografía.

Replicar el mismo esquema

La mayoría de fotógrafos trabajan con unos cuantos esquemas de luz. No solemos ser un catálogo de posibilidades, nos gusta lo que nos funciona y nada mejor que contar con un fotómetro para poder replicar una y otra vez la misma fórmula. Si tenemos los mismos modificadores, los colocamos a una distancia similar y medimos la misma cantidad de luz la fotografía será idéntica. Da igual si el modelo cambia, si el color de la ropa es diferente o si el día está más o menos nublado. El fotómetro de mano te asegura que siempre obtendrás el mismo resultado.

Poder medir algo es la clave para poder evolucionar

Es imposible mejorar si no podemos medir. Imagina que has hecho un retrato con una cantidad de luz a ojo y has puesto una luz en el fondo midiendo también bajo tu buen criterio ocular. Supón que el resultado no te ha terminado de convencer. De haber medido podrías establecer como punto de partida el mismo esquema y realizar variaciones para conseguir ir puliendo tus esquemas de luz hasta conseguir el look que quieres.

La excelencia como método

Toda persona que desee destacar en nuestro oficio tendrá que ser metódico, emplear un mismo flujo de trabajo para que a través de la repetición y la reflexión pueda evolucionar. Si una persona que no entiende de fotografía pudiera ver la disposición de tus flashes en una sesión de fotos en exteriores podría caer en el error de pensar que ya puede copiar tu estilo pero nada más lejos de la realidad, el resultado final dependerá en igual manera del ratio de contraste que estés aplicando en tu imagen y de la edición de color y el manejo de las curvas. Una misma imagen puede cambiar muchísimo en manos de dos retocadores diferentes, de ahí que sea tan interesante poder medirlo todo, así podemos tener mayor control y buscar la excelencia.

Los genios no difieren tantísimo de los que son muy buenos, son los pequeños detalles los que te permiten destacar y en nuestro oficio para poder medirlos necesitamos herramientas como el fotómetro de mano.

Edu López

Fotógrafo, creador de contenido Youtube, formador en Patreon.

https://www.estudiolumina.com
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